Partenón

Posted by María García Esperón


Aspasia y Pericles

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Las puertas de Atenas

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Los Propíleos


La ciudad arquetípica -Troya, Atenas- brota al engarzarse los niveles. La Polis y la Acrópolis, la ciudad alta. Para acceder a ella se requiere un umbral, un pasadizo, unas puertas y para ello Mnesicles en el 437 a.C., bajo la guía de Pericles diseña los Propíleos.

No es empresa fácil, el terreno es accidentado y las prohibiciones que custodian lo sagrado acotan su trabajo. No deben tocarse los terrenos de Ártemis, la Cazadora es celosa. Y vengativa -pensaría Fidias años después, en el exilio. Tampoco debe tocarse la Vía Sacra, ni un centímetro del espacio de Atenea Niké. Y además, hay que continuar el proyecto de Pisístrato, del siglo VI, que inició la construcción de los Propíleos.

Mármol pentélico, el mármol que habla. Debe callar cuando se culmine en los Propíleos la Procesión Panatenea, cuando se extienda en el manto de la luz el manto de la diosa, tejido por las manos de las mujeres de Atenas. Los Propíleos no son una deidad de oro y marfil, sino un escenario santificado para que la mano del hombre toque por un segundo la mano del dios, de la diosa, el corazón de su Atenas.

Los Propíleos, hoy restaurados, tienen la infinita belleza de las obras de arte inacabadas. La Guerra del Peloponeso, en 431 a.C. interrumpió ese proyecto arquitectónico, que como los hijos de los hombres, fue también un sueño.

Atenas siempre: una novela

Posted by María García Esperón



Atenas siempre
Autor: María García Esperón
Ilustrador: Rocío Parra
Enlace Editorial. Colección El Tren Dorado
Bogotá, 2014
144 páginas

La bella Aspasia, pupila de la hetaira Afrodisia en la culta ciudad jónica de Mileto, sintió desde niña el llamado de Atenas. Desde los catorce años eligió la profesión de logógrafa o historiadora y aprendió a amar el espíritu ateniense y, sin saberlo a ciencia cierta, se enamoró a distancia de Pericles, cuya vida iba siguiendo y cuyos actos reseñaba en sus crónicas.

Por fin logra establecerse en Atenas y recibe en su casa a artistas y filósofos, conoce a Fidias y a Sófocles, a Anaxágoras y Zenón y finalmente a Pericles. El amor surge entre los dos como si hubiera sido escrito por el destino y de sus manos entrelazadas brotará para la eternidad el sueño de la Acrópolis y para siempre, Atenas.





Al punto fue como antigua

Posted by María García Esperón


Cuenta Plutarco en su Vida de Pericles que fue de admirar que las obras de la Acrópolis se hayan concluido en relativamente poco tiempo y resalta el hecho de que "en la belleza, cada una de ellas al punto fue como antigua".

La expresión se guardó durante cinco siglos y fue recogida por Plutarco. Y así, sencillamente, da la nota que define al conjunto de la Acrópolis: una antigüedad que es una atemporalidad. Una edificación antigua siempre joven, exenta de vejez, crecida bajo la dirección de Pericles y Fidias.

El Partenón fue construido por Calícrates e Ictino, los arquitectos de astucia arquetípica, que dotaron de elasticidad visual a las columnas con el misterioso (y matemático, geométrico) procedimiento de éntasis.

Mnesicles se encargó de los Propíleos. Y durante la construcción de éstos, un operario cayó de lo alto y quedó al borde de la muerte. Pericles tuvo un sueño y soñó a la Diosa. Ella le sopló al oído el remedio que curaría al trabajador.

Pericles despertó y pudo recordar su sueño, el hombre sanó y ese sueño y esa cura fueron la causa de que se colocara en la ciudadela la estatua de bronce de Atenea, la saludable.

Plutarco afirma vehemente que en las obras de la Acrópolis "brilla un cierto lustre que conserva su aspecto intacto por el tiempo, como si las tales obras tuviesen un aliento siempre floreciente". Es su juventud eterna, su inmortalidad, a pesar del polvorín turco y del amor desmedido que inspiró a Lord Elgin la idea de raptar el Partenón por partes.

Inmortales y jóvenes soñaron sus obras Fidias y Pericles. El que llegó afirmar que en cuanto de él dependiese, cada ateniense sería inmortal. La Acrópolis guarda, en la cal viva de su corazón, ese deseo.

Atenas siempre

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Sir Lawrence Alma-Tadema. Fidias muestra El Partenón a Pericles y Aspasia.

Mármol pentélico bajo la mano de Fidias.
Efectos policromáticos.
Cielo de Grecia. Siglo de Pericles.
Mente de Anaxágoras. Encanto de Aspasia.
Sócrates.
También Alcibíades.
Atenea de bronce, con su búho y su victoria alada, con la luz reflejada en el casco para guiar el saludo de los marinos desde el Cabo Sounion.
Pericles de nuevo. Acusan a Fidias de robo, a Aspasia y Anaxágoras de impiedad.
Pericles llora.
Juega mal sus dados o el destino los juega mal por él y se desata la cíclica reyerta entre dos modos contradictorios de ser griego, de ser hombre: Atenas y Esparta.
Peste.
Muerte de Pericles.
Fin de su "siglo", de su oro de cuarenta años.
Pero todavía habla Sócrates y Platón prepara su cálamo para inventar un Sócrates platónico. Acusan a Sócrates de impiedad, como habían hecho con Aspasia. Ya no está Pericles para derramar una lágrima.
Y Sócrates muere.
Pero antes recomienda sacrificar un gallo a Esculapio.
Estas cosas se repiten bajo cielos y mitologías diferentes.
Cambian los nombres.
Y Atenas siempre.


La oración de Pericles

Posted by María García Esperón




Pues amamos la belleza sin extravagancia y amamos la sabiduría sin blandicie y usamos la riqueza más como ocasión de obrar que como jactancia de palabra.
Y el reconocer que se es pobre no es vergüenza para nadie, sino que el no hacer nada para evitarla, eso sí que es más vergonzoso.

Arraigada está en ellos la preocupación de los asuntos privados y también de los públicos; y estas gentes, dedicadas a otras actividades, entienden no menos de los asuntos públicos.

Somos los únicos, en efecto, que consideramos al que no participa de estas cosas, no ya un tranquilo, sino un inútil, y nosotros mismos, o bien emitimos nuestro propio juicio, o bien deliberamos rectamente sobre los asuntos públicos, sin considerar las palabras un perjuicio para la acción, sino el no aprender de antemano mediante la palabra antes de pasar de hecho a ejecutar lo que es preciso.

Pues también poseemos ventajosamente esto: el ser atrevidos y deliberar especialmente sobre lo que vamos a emprender; en cambio en los otros la ignorancia les da temeridad y la reflexión les implica demora.
(...)
Y somos los únicos que sin angustiarnos procuramos a alguien beneficios no tanto por el cálculo del momento oportuno como por la confianza en nuestra libertad.

Aspasia de Mileto

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Una de las personalidades más fascinantes de la Historia: Aspasia de Mileto, ejerció su libertad cuando la libertad de la mujer no se podía ejercer.
Fue la inspiración de Pericles y de su siglo, maestra de Sócrates. Atacada sin piedad por satíricos e ingenios menores, el Tiempo, la Historia y en esta mirada, la voz de Susana Peiró revelan su destino de gigante.

La Hetaira: Aspasia de Mileto
Texto y voz: Susana Peiró
Edición e imagen: María García Esperón
Serie: Mujeres con Historia
(C) Susana Peiró